¡La Gioconda del Louvre es falsa! Con esta afirmación al periódico »La Vanguardia», el mayor ladrón del siglo XX, Erik el Belga, ha sorprendido a todo el mundo. Su nombre real es René-Alphonse-Ghislain van de Berghe y es famoso por haber cometido más de 600 asaltos a museos de España y Europa.
Actualmente tiene 72 años y vive en Málaga, desde allí recuerda sus grandes hazañas como el robo del retablo de Aralar (Navarra) que vendió en 1976 por cien millones de pesetas. También relata cómo algunos curas le ayudaban a cometer estos robos a cambio de dinero. Entre sus aficiones destaca que le gusta pintar gracias a su abuelo que le enseñó a apreciar lo gótico y lo romántico.
Ha visto y ha tenido entre sus manos más piezas de arte que nadie por eso se atreve a decir que la Gioconda hallada en el Museo del Prado “Es mucho mejor que la del Louvre por todos los conceptos: dibujo, pincelada, fondo”. Además afirma que la del Louvre es falsa, según él “la auténtica fue robada en 1911. ¡La policía sospechó del joven Picasso…! El ladrón anónimo devolvió el cuadro…, ¡falsificado!. La auténtica goza de intimidad con la familia italiana Medinaceli, descendiente de la familia de La Gioconda, millonarios con ese caprichito”.
Erik el Belga destaca que no nació para trabajar pero concluye apuntado que siempre ha sido feliz y que ha tenido una fabulosa vida.
La ‘verdadera’ deja hoy Madrid
Tras un largo proceso de restauración y un estudio técnico exhaustivo de la Gioconda del Prado que data del S.XVI y expuesta en el Museo desde 1998, se ha descubierto que ocultaba a voces un secreto revelador. La obra estaba catalogada de »Anónima», pero jamás se habría pensado que detrás de ese fondo negro ocultaba un paisaje, muy parecido al de la Gioconda original de Da Vinci expuesta en el Louvre de París.
Es curioso que miles de personas hayan estado pasando por delante de la que puede resultar una de las copias más importantes ya que «tanto el dibujo como las correcciones que iba haciendo Leonardo las iba repitiendo el autor de la copia del Prado. Sólo lo puede hacer alguien que está trabajando al lado del maestro», subraya Ana González Mazo quien descubrió el paisaje oculto de la copia.
Ambas »Giocondas» son prácticamente iguales, pocas son las diferencias
Las figuras son prácticamente iguales y los estudios revelan que el proceso de creación junto con las correcciones del dibujo inicial son semejantes y paralelas en ambas obras.
Antes de la restauración de la copia, la Gioconda del Prado estaba sobre un fondo negro mientras que la original de Da Vinci vislumbraba un paisaje. Ahora la copia desvela un paisaje nítido, mucho más claro y en mejor estado que la obra original.
Otra de las pocas diferencias que encontramos entre la copia y la Gioconda de Da Vinci es el detalle del brazo derecho de la silla sobre la que la Mona Lisa apoya su mano; en la copia se ve nítidamente el grabado de la madera de la silla mientras que en la original no se distingue detalle alguno.
El vestido de la Gioconda también apunta diferencias en las partes internas. La copia detalla los bordados del cuello del vestido, así como la túnica de seda transparente que viste a la Mona Lisa. En la obra de Da Vinci no hay ningún detalle realzado del vestido, parece que es todo negro y que lleva una túnica de seda oscura y opaca, los colores son más sombríos y oscuros mientras que en la copia son azulados y claros.
Una de las últimas diferencias es la forma de las cejas, la copia muestra a una Mona Lisa con unas cejas finas, sin embargo, la obra original apenas se percibe atisbo alguno de que tuviera cejas.
Claves de la restauración de »La Gioconda» del Prado, revelando un paisaje
Cuando el Museo Louvre de París pidió al Museo del Prado que analizara la copia de la Gioconda con motivo de la exposición que iban a dedicar al cuadro »La Virgen, el niño y Santa Ana» de Leonardo, la técnica de la reflectología infrarroja y el examen de la superficie con luz rasante descubrieron un fondo oculto tras el repinte negro.
Tras este descubrimiento, los técnicos y restauradores comenzaron limpiando la superficie del cuadro, eliminando los barnices oxidados de tonalidad amarillenta, con ésto consiguieron las tonalidades azuladas y claras originales al igual que la transparencia de los velos. Una vez realizado esto, procedieron a la eliminación del fondo negro que cubría completamente el paisaje aplicando disolventes orgánicos.
Los análisis químicos concluyeron que ese fondo negro que cubría el paisaje original fue un repinte posterior a 1750, además, la recuperación de ese paisaje se ha podido realizar porque existía una capa orgánica que aislaba ambas pinturas.