Irreverentes y transgresores, irrumpieron más que llegaron en los años cincuenta del pasado siglo y lo hicieron para quedarse, como demuestra, más de sesenta años después, la exposición inaugurada hoy en Valladolid para reivindicar a la Escuela Realista de Madrid, con Antonio López al frente.
Unidos por vínculos afectivos, familiares, generacionales y académicos, casi todos estudiaron en la Real de Bellas Artes de San Fernando, entraron en escena durante una época dominada por el informalismo y la abstracción para defender el valor de la realidad como materia artística.
«El arte se puede expresar de infinitas maneras, desde lo más abstracto a lo más realista, porque todo enriquece las posibilidades de interpretación, pero no hay que olvidar que todo, absolutamente todo, parte de la realidad», ha puntualizado Cristóbal Toral, uno de los diez creadores representados en «Realistas».
Lo más importante «es que detrás se encuentra el artista», su época, personalidad y rasgos característicos, ha añadido Toral respecto a la factible convivencia de tendencias, estilos y corrientes derivadas de la amplia diversidad que ofrece el hecho artístico.
«Existimos y hemos existido los realistas», ha terciado la pintora Isabel Quintanilla, viuda del escultor Francisco López, fallecido el pasado 8 de enero y que también figura entre los protagonistas de este muestrario, que podrá verse hasta el 26 de marzo en el Museo de Arte Contemporáneo Español Patio Herreriano.
Cuatro salas y la Capilla de los Fuensaldaña acogen más de 150 dibujos, pinturas, esculturas y relieves de Antonio López y de su esposa, María Moreno, así como de Isabel Quintanilla, Francisco López y su hermano Julio López, además de Cristóbal Toral, José Hernández, Carmen Laffon, Amalia Avia y Esperanza Parada.
Coleccionistas particulares, instituciones y los propios protagonistas, entre otros colaboradores, han cedido las piezas para esta exposición que reivindica la realidad como materia estética, sustancia creativa y expresión artística.
En el caso de Julio López, quien también ha evocado a su hermano Francisco, se trata de dotar de un «cuerpo real» a los recuerdos, «una de las sustancias del ser humano que da sentido y densidad a la vida», ha reflexionado durante la presentación de la muestra.
Interiores, naturalezas muertas, bodegones, paisajes urbanos y el cuerpo humano proliferan entre las obsesiones pictóricas y escultóricas de un grupo que durante muchos años ha sobrellevado la pesada carga de postular el realismo como un lenguaje más.
Sus trayectorias han contribuido a la tarea de acostumbrar a la sociedad a «ver la realidad dentro de un cuadro, a asimilar que todo arte parte desde ella», ha apreciado María Toral, comisaria junto a María López de esta exposición, que el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, ha catalogado como única e histórica, y concebido como un homenaje a Francisco López.
Se exhiben obras poco conocidas o inéditas, según los casos, entre las que figuran dos óleos muy tempranos de Antonio López («Niño con tirador» y «Josefina leyendo»), ambos fechados en 1953, y uno de sus lienzos más recientes («Rosas de Ávila XI»), firmado en 2016.
Otro de los alicientes es el de comprobar la evolución de cada uno de los artistas con obras de sus primeras etapas, como sucede en los casos de Carmen Laffon, José Hernández y Francisco López.
«Realistas», en palabras del alcalde, abre una nueva etapa en el Museo Patio Herreriano, dependiente del Ayuntamiento de Valladolid y a la espera tanto de una nueva dirección como de la renovación de la Colección Arte Contemporáneo, fondo permanente de este centro cultural inaugurado hace quince años.