Tal día como hoy pero hace más de doscientos años, concretamente en 1837, Samuel Morse patentó el telégrafo eléctrico y creó el código Morse para transmitir informaciones. Esta tecnología se utilizó como base para los mensajes cifrados durante la Segunda Guerra Mundial y podría considerarse el precursor de los sistemas de información modernos.
El código Morse es uno de los lenguajes no verbales más longevos. Desde el primer mensaje que se transmitió en 1944, este sistema se ha usado por los técnicos radiofónicos para transmitir mensajes en clave y sigue utilizándose hoy en día. Su codificación consiste en un alfabeto traducido a un sistema de puntos y guiones, que posteriormente se adaptó a pitidos cortos y largos.
Es la sencillez del sistema la que ha supuesto su persistencia en el tiempo: cualquier idioma puede ser traducido al Morse siempre que use un abecedario latino.
La historia del telégrafo
Lo que era de todo menos simple para la tecnogía de la época era el aparato que hacía posible transmitir este lenguaje: el telégrafo.
La primera versión de este invento fue creada en 1792 por Claude Chappe. Era un sistema visual que empleaba una bandera basada en el alfabeto y dependía de una línea de visión para que se pudiera establecer la comicación. Es decir, no transmitía impulsos eléctricos si no un leguaje visual.
En 1809 un nuevo telégrafo fue inventado en Baviera por Samuel Soemmerring, que utilizó 35 cables con electrodos de oro sumergidos en agua. La comunicación sólo abarcaba una distancia de 600 metros y era detectada por la cantidad de gas generado por la electrólisis.
En 1828, Harrison Dyar inventó el primer telégrafo de Estados Unidos, que enviaba chispas eléctricas a través de una cinta de papel tratado químicamente para grabar puntos y guiones.
Sin embargo, las bases para la evolución de las comunicaciones electrónicas se sentaron en 1825 con la creación del electroimán de William Sturgeon. Este electroimán se utilizó años más tarde para transmitir a más de un kilómetro y medio de distancia una señal eléctrica que hacía sonar una campana.
La aportación de Morse
Tras todos estos avances fue Morse quien finalmente consiguió mejorar el telégrafo hasta hacerlo práctico y comercialmente útil. Morse utilizó los inventos de un imán magnetizado que transmitiese impulsos eléctricos y los combinó con los telégrafos anteriores. mientras trabajaba como profesor de Arte y Diseño en la Universidad de Nueva York demostró que las señales podían ser transmitidas por cable.
Así, utilizó impulsos de corriente para desviar un electroimán que movía un marcador para producir códigos escritos en una tira de papel: el código Morse. Un año más tarde éste se modificó para incluir puntos y guiones.
Aunque la primera demostración pública fue en 1838 no fue hasta cinco años después, tras conseguir 30.000 dólares para financiar su invento, cuando construyó la primera línea telegráfica experimental de Washington a Baltimore: 64 kilómetros de distancia.
Esta fue la primera comunicación eléctrica a través de una distancia tan grande, un gran avance para la época. Morse y sus colaboradores obtuvieron fondos privados y comenzaron a utilizarlo en pequeñas empresas para transmitir mensajes.
En 1861, la Western Union construyó la primera línea telegráfica transcontinental a lo largo de las vías de ferrocarril.