Gabo llevaba ya tiempo enfermo. El 24 de junio de 1999, a los 72 años, fue internado en la Fundación de Santa Fé de Bogotá, en Colombia donde fue sometido a chequeos médicos por un «síndrome de agotamiento general». Su esposa, Mercedes Barcha, dijo entonces que los exámenes no eran oncológicos.
Los resultados demostraron que se trataba de un linfoma (tipo de cáncer que se desarrolla en el sistema linfático, el cual es parte del sistema inmunológico del cuerpo humano) y recomendaban tratamiento. Varios meses después el escritor se trasladó a una clínica en Los Ángeles, donde confirmaron el diagnóstico y le sometieron a tratamiento.
En una entrevista concedida a El Tiempo, de Colombia, el Nobel afirmaba que después de saber su enfermedad redujo al mínimo el contacto con sus amigos y canceló la mayoría de sus viajes y compromisos. «Hace más de un año fui sometido a un tratamiento de tres meses contra un linfoma, y hoy me sorprendo yo mismo de la enorme lotería que ha sido ese tropiezo en mi vida».
«Por el temor de no tener tiempo para terminar los tres tomos de mis memorias y dos libros de cuentos que tenía a medias, reduje al mínimo las relaciones con mis amigos, desconecté el teléfono, cancelé los viajes y toda clase de compromisos pendientes y futuros, y me encerré a escribir todos los días sin interrupción desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde. Durante ese tiempo, ya sin medicinas de ninguna clase, mis relaciones con los médicos se redujeron a controles anuales, y a una dieta sencilla para no pasarme de peso».
«Mientras tanto, regresé al periodismo, volví a mi vicio favorito de la música y me puse al día en mis lecturas atrasadas. Ahora estoy mucho más al corriente de la actualidad y nunca había disfrutado más de mis amigos. Todo esto me ha dado el tiempo y el buen estado de ánimo para escribir las mil doscientas cuartillas del primer tomo de mis memorias, que acabo de terminar, y espero iniciar el segundo en enero, después de terminar uno de los libros de cuentos y revisar a fondo el borrador del otro».
Muchos fueron los rumores sobre la enfermedad del autor de Cien años de soledad. El más sonado, un poema publicado en Internet antes de hacerse pública su enfermedad «Lo que me puede matar es que alguien crea que escribí una cosa tan cursi (…). Esto es lo único que me preocupa». “Lo leí hace poco, y lo que más me sorprendió es que mis lectores pudieran creer que fue escrito por mí. La única explicación que se me ocurre es que alguien está recibiendo mucho dinero por la divulgación”, declaró García Márquez.
“Ni siquiera se tomó el trabajo de escribirlo, porque es un texto robado: el verdadero autor es un joven ventrílocuo mexicano que lo escribió para su muñeco, y no tiene nada que ver con la divulgación. Más aún: alguien le aconsejó que me demandara por firmar y divulgar un texto suyo, y creo que tendría razón. Sin embargo, también tengo que agradecerle en parte a ese texto anónimo el haber recuperado el tiempo y el sosiego que había perdido por la desgracia de la fama” comentó el autor en la misma entrevista.
La marioneta todavía sigue circulando por Internet, muchos siguen enviándolo pensando que es «el último poema de García Márquez», ignorando que éste jamás publicó poema alguno, y si alguna vez lo hizo lo mantuvo en secreto.