El acusado, quien se encuentra en prisión provisional por estos hechos desde el 30 de marzo de 2011, mantuvo una relación sentimental con la víctima durante cuatro o cinco meses, tiempo en el que convivían, con intermitencias, en un piso del procesado, ubicado en la calle Guardia Civil de Valencia. Se enfrenta a una pena de 21 años de prisión –tal y como solicita el ministerio público– por cuatro delitos de lesiones; un delito de quebrantamiento de medida cautelar continuado; otro de detención ilegal; uno más contra la integridad moral por trato degradante; un delito de maltrato habitual; y otro delito de amenazas.
Los hechos se remontan al 14 de febrero de 2011, día en que la pareja mantuvo una discusión que acabó con la agresión por parte del procesado a la víctima, a la dio empujones y manotazos. Tres días más tarde ambos mantuvieron otra pelea también con agresión, lo que obligó a intervenir a uno de los compañeros de piso y a personarse en el piso la Policía, quien detuvo al joven.
Tras ello, el juzgado de Violencia sobre la Mujer dictó ese mismo día un auto imponiendo al acusado las prohibiciones de aproximación y comunicación sobre la víctima. No obstante, dos o tres días más tarde –tal y como también ha reconocido el joven– ambos se pusieron el contacto mediante el »Tuenti» y decidieron volver a verse. Él le prometió que iba a cambiar y que no le iba a volver a pegar.
Frente a ello, el 25 de marzo, la pareja volvió a discutir y él volvió a golpearle fuertemente, dejándole marcas en la cara y en los ojos. Al día siguiente, volvió a agredirle y le encerró durante varias horas en la habitación del domicilio –extremo que ha mantenido la víctima pero no el procesado, que ha negado cualquier retención–. Por la noche, el joven volvió a pegarle porque su entonces pareja se negó a pasar unos días con él en un apartamento de sus abuelos, tal y como habían planeado.
Entonces, el joven volvió a darle puñetazos, y le restregó por la cara el mocho de la fregona que tenía impregnada la orina del perro. Luego, según ha contado la víctima, su pareja le golpeó con el palo de una escoba, lo que le provocó una brecha en la cabeza, y le amenazó con un machete y con una pistola de aire comprimido. Asimismo, le arrojó el agua de un cubo que contenía lejía.
La víctima ha explicado ante el tribunal que se pasaba el día en la habitación del procesado, y que éste incluso le llevaba la comida allí para que no saliera y no se le vieran los golpes. Ha dicho que antes de presentar la denuncia contra él, si que gritaba cuando le pegaba, pero que luego dejó de hacerlo. Seguidamente se ha preguntado: »¿para que iba a gritar, para que me pegara más?».
LE CORTÓ MECHONES DEL PELO
A la mañana siguiente, el día 28, el acusado cogió unas tijeras grandes de cocina y, con ánimo de denigrar a su pareja, le cortó mechones del pelo que la misma llevaba recogido a modo de coleta. Al respecto, el joven ha dicho que le cortó un mechón pero para ver mejor la brecha que llevaba en la cabeza, no para denigrarle.
Tras ello, y ante el miedo, la joven salió al balcón, puesto que la puerta estaba cerrada con llave, y se intentó descolgar, pero acabó precipitándose al suelo. El acusado le siguió, le levantó y le introdujo en un vehículo que paró, a cuyo conductor le pidió que le llevara a La Fe. Como éste pensó que pasaba algo raro, paró junto a un coche de policía y requirió a los agentes.
En ese momento, el joven salió del coche y en cuanto los agentes se aproximaron, la víctima les dijo «ha sido él, si lo soltáis me mata». Luego, cuando el acusado se encontraba en el vehículo policial, en el traslado a comisaría profirió expresiones como «voy a ir a Picassent, pero a ella la tengo que matar».