Carmona ha perdido 6 concejales respecto a los 15 que sacó Jaime Lissavetzky en 2011, y frente a los 18 conseguidos por Miguel Sebastián en 2007, que a su vez sacó tres escaños menos que Trinidad Jiménez en 2003.
El último alcalde socialista de Madrid fue Juan Barranco, que asumió la Alcaldía de Madrid en sustitución del fallecido Enrique Tierno Galván en 1986 y fue cabeza de lista para la Alcaldía de Madrid y proclamado alcalde en 1987, cuando el PSOE se situó por última vez como primera fuerza en el Ayuntamiento, con 24 escaños y un 40 por ciento de los votos.
En 1989, tras una moción de censura fue proclamado alcalde Agustín Rodríguez Sahagún, a quien sucedió José María Álvarez del Manzano en 1991, que fue reelegido en 1995 y en 1999, y cuyo sucesor fue Alberto Ruiz Gallardón (2003-2011), a quien sustituyó en el cargo Ana Botella.
DOS AÑOS DE CAMPAÑA
Carmona ha corrido una carrera de fondo de dos años con la meta de alcanzar la Alcaldía de Madrid y la empezó sin esperar a que Lissavetzky le diera el relevo, ya que éste no había renunciado a la reelección cuando Carmona empezó su campaña, renuncia que se produjo el pasado septiembre.
Luego, fue el único aspirante que obtuvo los avales necesarios para poder optar a ser candidato, sobrepasando la barrera del 20 por ciento del apoyo de la militancia, con 2.500 avales, el 42 por ciento del total, frente a Enrique del Olmo, que recabó 960 avales, el 16,6 por ciento.
Madrileño de nacimiento y de convicción, según afirma; nacido en el barrio de Malasaña, en la calle de la Madera, como le gusta recordar; diputado en la Asamblea de Madrid y profesor de Economía en la Universidad San Pablo CEU, de la que señala que tiene más premios Nobel que la Complutense, Carmona aspiraba a ser el sucesor de los exalcaldes socialistas Juan Barranco y Enrique Tierno Galván, a quienes recordaba a menudo en sus mítines.
Tras haber renunciando al acta de diputado en 2003 por bromear sobre el Prestige («estamos sobrados de votos, y si hace falta hundimos otro barco») y regresando en 2011, de la mano de Tomás Gómez, criticó la destitución del exsecretario general, por quien ha puesto la mano en el fuego.