Michel Hazanavicius, así se llama el hombre capaz de imaginar una película muda en blanco y negro en la era de los efectos especiales y las gafas 3D. ¿Un suicidio en taquilla o una gran apuesta?
Lo cierto es que este director francés, enamorado de las películas mudas, se muestra como uno de los candidatos favoritos para llevarse el próximo Óscar. Aunque el camino al éxito no ha sido fácil.
¿Una película muda, francesa, en blanco y negro? Inviable, pensaron muchos de los productores que le cerraron la puerta.
Aun así no se rindió y comenzó a buscar una historia con gancho.
Para poner en pie el proyecto fue fundamental Thomas Langmann, productor que ha intervenido en la exitosa saga de Astérix y Obélix y en L’Ennemi Public nº1. Michel consiguió que Langmann le escuchase viendo la gran acogida que habían tenido sus trabajos anteriores, a pesar de lo arriesgado de su idea.
Escribió el guión en cuatro meses y para ello se empapó de la biografía de estrellas de la época. Convencer a Jean Dujardin, actor protagonista, no fue fácil.
El proyecto le parecía una locura pero cuando leyó el guión quedó conmovido y aceptó.
Esta sucesión de hechos hicieron que finalmente la película fuera rodada, seduciendo en Cannes y colocándose como candidata favorita al Óscar.
El declive de las grandes estrellas del cine mudo ante la llegada del sonoro. Esta es la idea principal que Hazanavicuis rescata de la historia, ya que lo que se cuenta en la película es la realidad a la que tuvieron que enfrentarse muchos actores en los inicios del cine sonoro.
Aquí os mostramos algunos ejemplos:
HAROLD LLOYD
Junto a Buster Keaton y Charlie Chaplin forma el trío de grandes cómicos del cine mudo y, como ellos, su carrera continuó en el período sonoro a pesar de las dificultades.
Conocido sobre todo por las secuencias de persecución donde trepaba por edificios altos, fue el actor mejor pagado y más popular del cine de los años veinte.
Pero la llegada del cine sonoro hizo que el público prefiriese cómicos como Los Hermanos Marx o W.C Fields, y que los actores mudos perdiesen importancia y, sobre todo, dinero.
Lloyd reaccionó bien, tomando clases de dicción y entrenamiento vocal para adaptarse a los nuevos gustos mientras afirmaba:
«No creo que el público quiera comedias habladas. Las películas y las artes habladas son dos artes distintos».
BUSTER KEATON
Se caracterizó principalmente por su humor físico, por ser capaz de mantener un rostro inexpresivo en todo momento que le ganó el apodo, «Cara de piedra«.
Su popularidad disminuyó solamente por el éxito de Harold Lloyd y Chaplin, aunque mantuvo una buena relación con ellos.
De nuevo, la llegada del cine sonoro y la presión del estudio donde trabajaba derrumbaron por completo la carrera del gran Buster Keaton.
El actor fue dando tumbos por diferentes compañías, participando en proyectos mediocres e interviniendo como actor secundario entre películas como “San Diego, I love you”.
Aunque, afortunadamente, consiguió reinventarse en los años 50 gracias a sus apariciones en televisión y su colaboración con Los Hermanos Marx.
CHARLES CHAPLIN
La llegada del cine sonoro supuso un duro golpe para Charles Chaplin quien, en principio, se negó a aceptarlo, diciendo que el cine sonoro no era arte.
Evitó hablar en dos películas ya sonoras, Luces de la ciudad y Tiempos modernos, que eran en realidad películas mudas con músicas y efectos ingeniosamente sincronizados.
Todo hacía pensar que Chaplin, el gran mimo, sería una más de aquellas estrellas que no supieron adaptarse a la llegada del cine sonoro. Chaplin no habló en la pantalla hasta su película El gran dictador , pero cuando lo hizo, volvió a tener los éxitos de siempre.
JOHN GILBERT
Se suele decir de él que fue uno de los ejemplos del fracaso de un actor del cine mudo para hacer la transición al sonoro. Lo cierto es que una parte importante de la culpa de su declive la tuvo la política de los estudios donde trabajaba, ya que chocaba a menudo con el jefe del estudio, Louis B. Mayer, por asuntos creativos, sociales y financieros.
Su carrera cayó en picado cuando llegó el cine sonoro, pues su voz aflautada no se correspondía con su imagen de galán. Este hecho le marcó psicológicamente, tanto que le fue llevando a un declive anímico y físico que empeoró por su adicción al alcohol.