Con su clamorosa ausencia en la gala de los Óscar, donde ha ganado el premio a mejor película extranjera, el director iraní Asghar Farhadi ha dado un nuevo e inesperado eco a los dilemas que plantea «El viajante», una reflexión sobre la violencia y la dificultad de entender al otro.
La visión y el acierto de Farhadi al plantear «El viajante» como un juego de espejos entre realidad y ficción queda aún más en evidencia tras su decisión de no acudir a la ceremonia del domingo, en protesta por la decisión de Donald Trump de suspender los visados a los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana, entre ellos Irán.
«El origen de toda violencia es un sentimiento de humillación», advirtió el director a Efe durante una reciente visita a Madrid relacionada con su próximo proyecto, un filme que rodará en España este año, con Penélope Cruz y Javier Bardem como protagonistas.
«El viajante», la historia de un hombre con un inesperado deseo de venganza, le ha granjeado a Farhadi su segundo Óscar, tras el que obtuvo en 2012 con «Nader y Simin, una separación», la primera producción iraní que logró la estatuilla en la historia de los premios.
Ambas películas tienen en común que todo sucede en el ámbito de lo doméstico, pero la sutileza y profundidad narrativa de su director, de 44 años, invitan a lecturas universales.
«Creo que las películas políticas son mucho mas débiles que las que tratan de personas. Éstas ofrecen una visión más profunda de una sociedad, que permite acceder también a una dimensión política más interesante», ha señalado.
Finalmente, todos los filmes de Farhadi tratan sobre la dificultad que tienen los seres humanos para entenderse y los conflictos que eso puede acarrear, y albergan una llamada a la compasión y el entendimiento.
En «El viajante», que llega este viernes a los cines, ese conflicto se produce a raíz de un asalto violento que una mujer sufre estando sola en casa. Su marido, un hombre apacible y responsable, intenta afrontarlo con racionalidad, pero surge en él un inesperado deseo de venganza.
Construido con elementos de suspense, el guion juega con los paralelismos entre lo que sucede a la pareja protagonista en su vida real y sobre las tablas del teatro, donde cada día representan la obra de Arthur Miller «Muerte de un viajante».
«La obra de Miller funciona como un espejo dentro de la historia, o como una caja de resonancia», asegura el director de «El pasado».
Por ejemplo, la contradicción de Emad, el protagonista, que cada noche se pone en la piel del Willy Loman de Miller, y que para ello tiene que entenderle muy bien, frente a su falta de compasión cuando tiene que enfrentarse a «un Loman» en la vida real.
La humillación también es un hilo entre la obra de Miller y la historia de Farhadi. La humillación como la base de lo que ocurre, del destino de Loman y del de Emad.
Ganadora del premio al mejor guion en Cannes, «El viajante» ha supuesto el regreso del cineasta a su país, después de haber rodado su anterior película en Francia, lo que le ha obligado a volver a lidiar con la censura.
«La censura es parte de los procesos de creación en muchos países. En España no hace tantos años había esas restricciones», advierte en primer lugar al ser preguntado al respecto.
Dicho esto, Farhadi precisa que la censura tiene un doble efecto. Por un lado, las restricciones invitan a desarrollar «un lenguaje nuevo, una creatividad en la expresión que, en sí, puede ser interesante». Por otro, hay temas que es casi imposible tratar.
«Se me pueden ocurrir ideas que sé que sería tan difícil desarrollar en Irán que al final no quedaría nada de la película. Lo que hago es guardarlas para un futuro con menos censura o para otros países. En Irán busco temas en los que pueda trabajar, y es interesante explorar la creatividad, a pesar de las restricciones».
Sobre su película española, que tiene previsto empezar a rodar en septiembre, sólo ha trascendido hasta el momento que es una coproducción de El Deseo y Memento Films, que contará con Bardem y Cruz y que gira en torno a una familia de viticultores en la España rural.
Farhadi se resiste a dar más detalles, más allá de que se podrá reconocer como una de sus películas, con el mismo universo familiar y el mismo tipo de cuestiones y dilemas morales.
Dice que trabajar con Cruz y Bardem le produce un gran entusiasmo. «Son dos grandes actores, los sigo desde hace años y más tarde nos hemos encontrado y tenemos también una relación afectiva que me importa mucho. Son encantadores, muy cálidos».