Los primates y los seres humanos comparten un mismo tronco común. Una serie de cambios biológicos han producido que la evolución de humanos y el resto de los primates sea diferente, como por ejemplo el ritmo al cual crecen las personas y sus parientes animales. Un estudio, publicado en PNAS, ha demostrado por qué el crecimiento de los humanos es más lento que el de los primates.
Una teoría aceptada, pero difícil de demostrar, era que el cerebro de los niños consume mucha energía por ello desvía hacia él gran cantidad de la glucosa que se produce, lo que hace que el cuerpo se desarrolle más lentamente. Un estudio que relaciona el consumo de glucosa y crecimiento corporal ha confirmado esta teoría.
Combinan los datos de tres estudios
Estudios previos ya mostraban que el cerebro gasta entre el 44 y el 87% de la energía total consumida por el cuerpo durante la infancia y la niñez. La investigación pone en común otros tres estudios más antiguos para demostrar el porqué del crecimiento tardío de los humanos.
Los investigadores usaron primero un estudio publicado en 1987 en el que se analizaban los escáneres de 36 personas. En ellos se podía ver la captación de glucosa de su cerebro desde su infancia hasta los 30 años en tres secciones del cerebro. Para calcular el consumo de glucosa de todo el cerebro combinaron esos datos con el volumen cerebral y las edades de 400 individuos entre los 4,5 años y la edad adulta. Obtuvieron estos datos de un estudio publicado por el Instituto de Salud de EE.UU. Finalmente, para relacionar la edad y el consumo de glucosa del cerebro con el tamaño corporal, usaron un tercer estudio que incluía el peso del cerebro y el peso corporal de 1.000 individuos desde su nacimiento hasta la edad adulta, realizada en 1978.
Los investigadores, capitaneados por Christopher Kuzawa, un antropólogo de la Universidad Northwestern en Evanston, Illinois, descubrieron que cuando el cerebro demandaba mucha energía, el cuerpo crecía más lento. Por ejemplo, el periodo de mayor consumo de glucosa del cerebro, entre los 4,5 y 5 años de edad, coincidía con el periodo de menor aumento de peso. Esto sugiere que la necesidad del cerebro de una mayor energía durante la infancia se compensa con ese crecimiento tardío.
Hipótesis postulada en 1995
Esta hipótesis fue postulada por primera vez en 1995 por la antropóloga Leslie Aiello de la Fundación de Investigación Antropológica Wenner-Gren, de Nueva York, y por Peter Wheeler, de la Universidad John Moores, de Liverpool.
El siguiente paso para los investigadores es comparar si este patrón de consumo de glucosa y crecimiento corporal se da en otros primates, aunque como afirman es complicado obtener esos datos de otros animales.