Los nanocables de plata son el último invento para protegerse del frío. Este nuevo invento se enmarca en un nuevo concepto, bautizado como “gestión térmica personal”. Se fabrica revistiendo la prenda de nanocables (cables con un diámetro de un nanómetro, que es la milmillonésima parte de un metro) de plata o AgNWs. Como estos nanocables metálicos son conductores, la prenda pasa entonces a conducir la energía, por lo que puede servir como “calefacción” portátil. En otras palabras, puede ser calentada activamente con una fuente de electricidad, como una pequeña batería.
Pero, además, los nanocables hacen que la prenda se convierta en un buen aislante, capaz de reflejar más del 90% del calor corporal de un individuo en dirección a su propio cuerpo. Esta reflexión es mucho mayor que la del jersey de lana más cálido que podamos imaginar, que como mucho reflejaría alrededor de un 20% del calor corporal, según se explica en la revista Physorg. Así que la ropa pasaría a funcionar, gracias a este revestimiento, como calefacción activa y como aislamiento pasivo.
Por otra parte, estas prendas serían transpirables, gracias a la estructura porosa de los nanocables; y se sentiría prácticamente igual que la ropa normal porque se requiere solo de una pequeña cantidad de solución AgNW (de nanowireso nanocables de plata) para lograr una alta reflectividad.
Aunque esta sea la última novedad para resistir a las bajas temperaturas no es la primera. El forro polar, el PET, el Gore Tex o el Thermolactyl fueron inventados con el fin de ayudar a los ciudadanos a protegerse del frío.
La revolución textil de este siglo puede decirse que la marcó el Gore Tex. Un tejido de innumerables aplicaciones que ha evolucionado y ha habido variaciones en sus prestaciones como su versión NS2, Next to Skin, pensado para prendas de contacto directo con la piel que mantiene la capacidad de impermeabilidad en menor grado que el GoreTex puro, pero aumenta sus prestaciones térmicas. El Gore Tex es un tejido de tacto frío con la piel, pero es totalmente impermeable, realmente transpira y por consiguiente mantiene estable la temperatura del cuerpo. Perfecto para llevar como última capa.
El famoso Thermolactyl de la francesa Damart, fue creado en 1953, se basa en el calor producido por el frotamiento de la piel contra la ropa por un efecto llamado triboelectricidad. El Thermolactyl se desarrolló como una mezcla de tejido acrílico y rhovylon, entonces llamado rhovylactil, una fibra sintética de cloro o clorofibra, derivada del PVC (policloruro de vinilo) e inventada por Rhovyl, entonces una filial de la compañía Rhône Poulenc.
De 1941 data el PET (tereftalato de polietileno), desarrollado para abrigar a los soldados británicos en la Segunda Guerra Mundial y que desde 1976 se emplea para envases de bebidas como las botellas de agua que utilizamos a diario. Por la misma época el PET comenzó a aplicarse a la fabricación de lo que conocemos como forros polares, como el Polartec. La ventaja de esta fibra es que puede crearse a partir del reciclaje de envases, pero no es transpirable y se funde al fuego.
La lana sigue siendo la prenda fetiche del frío
A pesar de esto, la lana sigue siendo una de las fibras aislantes tradicionales junto con el plumón. La lana aísla y gestiona muy bien la humedad. Es capaz de alojar una buena cantidad de humedad en su estructura y mantener una adecuada capacidad aislante.
El forro polar se construye tejiendo hilos de algún material sintético (típicamente, poliéster) y la idea es la misma que con la lana: conseguir un entramado de fibras con una estructura permanente capaz de crear celdas en las que el aire quede retenido. El forro polar tiende a «rechazar» el agua.
La pluma es el material aislante por excelencia. Especialmente, el plumón, que carece de caña central y cuyas fibras son particularmente etéreas, ingrávidas y afines a asociarse entre sí para crear esa red de micro-celdas que buscamos.
La pluma abriga mucho pero no gestiona bien la humedad. Resulta en prendas muy ligeras (en relación a su capacidad aislante) y que se comprimen muy bien de cara al almacenaje. Por todo ello, su uso más indicado es para prendas de mucho abrigo en situaciones estáticas.