Los investigadores de diversas universidades de todo el mundo han sugerido que la estación del año en la que nacemos puede a veces afectar a nuestro futuro, según una publicación de L.A Times.
No es que sea algo probado al 100%, pero hay ciertas coincidencias entre aquellas personas que han nacido en un mes o en otro. Así, al nacer, somos débiles y frágiles a la temperatura, a la luz del sol, a los alimentos y a las infecciones del invierno. Todo eso puede afectar al desarrollo del bebé y condicionar su futuro.
En invierno, con tendencia a engordar y más aventureros
Un investigador de la Universidad de Southampton (Inglaterra) analizó el peso de 1.750 adultos varones y encontró que el 13,8% de ellos eran calificados como obesos. En las mujeres es menos evidente. Resulta que los bebés que nacen en invierno, al estar a temperaturas más bajas, provocan un desarrollo rápido del tejido graso. Unos estudios de laboratorio apoyan su teoría: las ratas sometidas a bajas temperaturas poco después de nacer desarrollaban y almacenaban más grasa.
Las mujeres y hombres que han nacido en invierno son más propensos a ser más aventureros, no les gusta la monotonía, y el invierno suele ser aburrido y triste, por lo que buscan cosas que hacer. Un psicólogo de la Universidad de Estocolmo en Suecia afirma que «la temporada del año en la que nacemos afecta a nuestro temperamento», y piensa que tiene algo que ver con los niveles de serotonina y dopamina.
En primavera, más altos
Las personas que nacen en primavera tienden a ser más altas. Así lo asegura Gerhard Weber, un antropólogo de la Universidad de Viena. El estudio se realizó en más de medio millón de hombres. Weber cree que esto se debe a las concentraciones de la hormona melatonina dependientes de la luz en el cuerpo de la madre, que estimula la secreción de hormonas de crecimiento.
En verano, trasnochadores y con tendencia a ser zurdos
Los estudios demuestran que las personas que han nacido en verano son más propensas a acostarse más tarde. Una encuesta realizada a 5.720 estudiantes europeos publicada en la revista Sleep, mostraron que los nacidos en agosto se iban a la cama 19 minutos más tarde que los que habían nacido en invierno. Vincenzo Natale, de la Universidad de Bolonia (Italia) sostiene que nuestros relojes internos son de por vida cuando nacemos, porque en verano hay más luz solar, lo que influye en el patrón de días más largos.
Los nacidos en verano, y en primavera también, tienen más probabilidades de ser zurdos. Un estudio publicado en 1994 por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud al ejército francés, demostró que el 41,2% de todas las personas zurdas nacieron entre marzo y julio. El profesor de psicología de la Universidad de Oxford, Maryanne Martin, que confirmó el estudio, dijo que aún no estaba claro el por qué de esas diferencias, pero que seguramente se atribuía a factores de nutrición, temperaturas e infecciones como la gripe durante el segundo trimestre del embarazo.
En otoño, más longevos pero con tendencia a ser alérgicos
Con tendencia a vivir más años, un informe en el Diario de Investigación del Envejecimiento realizado en 1.574 personas centenarias de EEUU demostraba que la mayoría eran aquellos ancianos nacidos entre los meses de septiembre y noviembre.
Por otro lado, estudios escandinavos, holandeses y japoneses demuestran que los niños que han nacido en otoño presentan alergias alimentarias. El estudio se realizó en más de 1.000 pacientes en tres salas de emergencia en Boston. El experto en alegrias, Dr Milo Vasallo de New York dijo que se «debía a la latitud más alta y más fluctuaciones exageradas en la exposición al sol; los niños nacidos en Boston pueden tener un riesgo mayor que los de Los Angeles».