La Sonda espacial, Voyager 1 ha salido del sistema solar tras recorrer 17 mil millones de kilómetros y visitar los planetas de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, pasando al lado de éste último en 1989. Nueve años atrás, en 1980 y por culpa de la presión espacial, su detector de plasma falló con lo que no puede enviar información de la densidad espacial a la NASA. En 1977 el proyecto Voyager costó 742 millones de euros y su misión, actualmente, ha sido corregida y la sonda analiza, dentro de sus posibilidades, la dirección del campo magnético como sustituto del plasma. Tan grande fue la sorpresa que los operarios de la NASA saltaron de sus asientos cuando la Voyager volvió a emitir.
La Voyager 1, tiene los niveles de batería muy bajos y por ello es seguro que la sonda morirá mucho antes de llegar a cualquier otro sistema solar, según ha comentado Carlos González Pintado en el programa de radio, Herrera en la Onda. El astrónomo asegura que la sonda se mueve a unas velocidades muy altas, «hablamos de la velocidad de la luz, y la estrella más cercana está a 14 años».
González Pintado cuenta que, si aplicásemos la tecnología de la que disponemos actualmente al lanzamiento de un nuevo »Voyager», «los instrumentos serían más exactos, con más precisión y durarían más».
Respecto a cómo va equipada la sonda en caso de que la encuentre alguien, explica que hay un Disco de oro adosado con jeroglíficos que tratan de indicar de dónde proviene la nave. El vinilo almacena y reproduce música clásica, saludos en 55 idiomas (que van desde el inglés hasta dialectos minoritarios como el chino cantonés o el griego antiguo), discursos de presidentes de los Estados Unidos y ruidos de aviones, coches o martillos».
Como las sondas son muy pequeñas, comparadas con la inmensidad del espacio interestelar, la probabilidad de que una civilización que viaja por el espacio se encontrase con ellas es muy pequeña, sobre todo porque las sondas con el tiempo dejarán de emitir cualquier tipo de radiación electromagnética. Si alguna vez se encontrase una especie extraterrestre, lo más probable es que sea en el momento en que pase por la estrella más cercana en la trayectoria de la Voyager 1, la que alcanzará dentro de 40.000 años.
Carl Sagan dijo que «la nave espacial, y el registro, solo serán encontradas si existen otras civilizaciones capaces de viajar en el espacio interestelar. Pero el lanzamiento de esta «botella» dentro del «océano» cósmico dice algo muy esperanzador sobre la vida en este planeta». Así, el registro es más visto como una cápsula del tiempo o como algo simbólico en lugar de un serio intento de comunicarse con la vida extraterrestre.
La aventura de la Voyager no acaba aquí
En cuánto al futuro de la Voyager 1, el astrónomo y doctor Benjamín Montesinos, ha indicado a Te interesa que «el viaje de la Voyager 1 es un hecho extraordinario«, y que cuando deje de funcionar, «los restos podrían considerarse basura espacial», sin embargo, «no supondrían una contaminación para la tierra por la lejanía de la sonda».
Uno de los padres científicos de la misión Voyager, Ed Stone ha declarado que el camino de la sonda no acaba aquí, «no podemos decir qué descubrimientos nos esperan en el viaje». De hecho, hace 36 años «nadie fue capaz de predecir todos los detalles que la Voyager 1 ha visto. Así que esperamos más sorpresas».