Las motivaciones de los científicos e investigadores españoles para desarrollarse en el país son prácticamente nulas. Y las perspectivas para el futuro inmediato son peores. Así, aunque el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, el país vive una profundización de la ‘fuga de cerebros’.
Pilar Navas-Parejo, portavoz de la Federación de Jóvenes Investigadores Precarios, ha señalado a Teinteresa.es que hace algunos años los científicos se iban de España a otros países porque encontraban allí salarios más altos (hasta el doble) y mejores condiciones laborales para poder desarrollarse.
“Con los últimos recortes anunciados y la desaparición de la carrera de ciencia, si siempre ha habido un futuro incierto, ahora será peor. Todo el que pueda va a querer irse, pero no porque afuera sea mejor, sino porque directamente aquí no habrá posibilidades”, ha puntualizado.
Especialistas consultados por este medio han detallado que años atrás la ‘fuga de cerebros’ también ocurría, pero cada uno de los científicos o investigadores que abandonaba el país tenía la posibilidad de regresar más y mejor formado. “Hoy eso no pasa. Los que se van difícilmente vuelvan”, han coincidido.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el gasto español en investigación y desarrollo (I+D) ha crecido ininterrumpidamente desde 1981 hasta 2008. Sin embargo, ese año en el que estalló la crisis internacional la inversión comenzó a caer. Y la curva descendente hasta 2010 (última fecha actualizada) es más evidente en el sector privado que en el público.
En España, en 2010 por cada mil empleados había 2,4 investigadores en el sector privado y casi el doble (4,7) en el público. En el resto de los países de Europa la relación es inversa. En Alemania hay 4,6 en el ámbito privado y 3,5 en el público; en Suecia 6,7 contra 4,2 y en Francia 5,2 contra 3,8, por citar algunos.
Ese es otro problema que se agravará en breve. En España, a diferencia de otros países, la proporción de científicos en el ámbito público es muy superior a la que hay en el ámbito privado. Así, la promesa realizada por el presidente Mariano Rajoy de “reducir la administración pública” genera incertidumbre en el sector.
“Hay temor por los recortes que se puedan producir. Los científicos que eran absorbidos por el sistema público ya no lo serán. Necesitamos más gente que haga inversión en las empresas”, ha puntualizado a Teinteresa.es Juan Mulet, director del Cotec, Fundación para la Innovación Tecnológica.
“Si esperamos que haya una gran demanda de científicos estamos equivocados. Con la actual situación de España no hay que esperar que se expanda más”, ha ampliado Mulet, quien, no obstante, ha aclarado que España no está atravesando una depresión, sino un “estancamiento”.
Afuera ganan el doble
Javier Jiménez, integrante del equipo directivo de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid, ha señalado que este sector tiene “una situación profesional especial” por la alta demanda laboral que existe en la actualidad.
Sin embargo, más allá de destacar que los ingenieros en telecomunicaciones gozan de pleno empleo en España, Jiménez ha admitido que “los mejores estudiantes se quedan a trabajar fuera del país”, pues las condiciones laborales y los salarios son mejores. “Ahora mismo tenemos muchos en Suecia, Alemania y Francia”, ha añadido. En esos países, según ha detallado Jiménez, “el salario para un Junior recién egresado prácticamente duplica al que pueden obtener en España”. Además, encuentran allí más recursos “para desarrollar cuestiones técnicas”.
Daniel Manzano, físico de la Universidad de Granada, trabaja desde 2010 en la University of Innsbruck, en Austria, donde realiza un posdoctorado. A principios de 2011 publicó un artículo en su blog titular ‘La situación de los jóvenes científicos en España’.
Allí ha detallado que tras terminar su tesis doctoral le ofrecieron una plaza Innsbruck en el cual le ofrecían un salario bruto de 3.200 euros al mes. Las otras opciones que tenía eran un contrato puente en la Universidad de Granada por seis meses y con un salario bruto de 1.200 euros al mes. Otra posibilidad era formarse como docente y obtener un salario mensual de 2.232 euros brutos al mes, aunque las posibilidades de conseguir una plaza eran prácticamente nulas. La última opción era aspirar al programa que en ese entonces había lanzado el Ministerio de Ciencia e Innovación para jóvenes científicos en España. El salario rondaba los 2.000 euros al mes, pero la escasez de plazas hacía que gente con mucha formación y experiencia quedara fuera.
“Hasta la fecha no ha salido ninguna otra opción que me permitiera quedarme en Andalucía. Así que la conclusión es clara. Si me hubiera quedado allí estaría cobrando ahora un tercio de lo que cobro”, ha señalado Manzano en su artículo.
“Aquí no entregas el currículum y en el exterior puedes escoger trabajo”
Ester Artells tiene hoy 35 años y, según cuenta a Teinteresa.es, vive “muy a gusto” en Francia, donde realiza un Estudio de Impacto Ambiental de Nanoparticulas en el Instituto Marino de Biodiversidad y de Ecología Marina y Continental. La primera vez que abandonó el país fue en 2001, cuando todavía no había finalizado sus estudios en Biología Molecular Genética. En ese entonces, recuerda, ya se hablaba de ‘fuga de cerebros’.
“La primera vez me fui porque recibí una buena oferta y la acepté. Era necesario irse al exterior para fortalecer el currículum”, comenta. Allí puedo realizar una especialización en Biometría.
Finalmente regresó al país, donde continuó con su formación hasta que se doctoró en 2011, en el departamento de Química y Genética en la Universidad Autónoma de Barcelona. “Como muchos doctorandos estuve en el paro y haciendo los trabajos que salían para poder mantenerme”, señala.
En ese entonces, Ester tenía la percepción de que su futuro iba a estar fuera de España. Con un título de doctora bajo el brazo, sin trabajo y luego de haber intentado enviar currículums a todos los lugares posibles, comenzó a hacer entrevistas para técnico de laboratorio. “Le estaba sacando el trabajo a alguien que había estudiado para técnico y anotándome en empleos inferiores a lo que yo había estudiado”, recuerda resignada.
Durante esos días una de las empresas a las que le había pedido trabajo le respondió que tradujera su currículum al inglés porque estaban interesados en mandarla a la sede de la empresa en Alemania.
Eso fue lo que terminó de convencer a Ester de que su futuro no estaba en España. “Ves que en España no puedes enviar el currículum en ningún lado y que en el extranjero tienes la posibilidad de escoger trabajo. Cuando me fui encontré trabajo en 10 días”, afirma.
Su contrato termina en algunos meses y si bien le ha insinuado que estarían dispuestos a renovárselo hasta el momento no tiene nada concreto. Con el panorama actual, Ester no piensa en volver. “Si no renuevo aquí volveré a mandar mi currículum a los otros lugares que me habían ofrecido trabajo en su momento”, se despide.