Un agujero negro podría destruir el mundo entero pero sí realmente se quiere hacer uno es posible en un laboratorio, según explica la BBC.
Los agujeros negros tiene un campo gravitatorio tan intenso que nada puede escapar a su fuerza. Los que actualmente se conocen, nacieron de la muerte de estrellas mucho más potentes que nuestro sol o bien a través de los procesos en los inicios del universo para los que todavía no se han encontrado respuestas.
Los agujeros negros se observan a través de telescopios y se estudia a través del comportamientos de la materioa que gira alrededor de ellos.
Cada agujero negro descubierto hasta ahora es enorme pero esto no excluye la posibilidad de que existan otros de menor masa.
El Gran Colisionador de Hadrones (LHC) que se estrenó en 2008, es capaz de producir pequeños agujeros negros gracias a las colisiones de alta energía que producen nuevas partículas que rigen las reglas de las fuerzas fundamentales: el electromagnetismo, la fuerza débil, la fuerza fuerte y la gravedad.
Desde el punto de vista de la física de partículas se puede pensar en pequeños agujeros negros como un nuevo tipo de partícula, que se rige por la gravedad. La gravedad es, con mucho, la más débil de las fuerzas fundamentales, la razón por la que gobierna los planetas y las estrellas es porque las dos masas se atraen entre sí, mientras que las cargas eléctricas ya sea atraen o repelen, con un promedio de cero. La gravedad se vuelve más fuerte no sólo cuando dos masas crecen más grandes, sino también cuando dos masas se acercan juntas.
El LHC es lo suficientemente potente para crear un agujero negro comparable al de las partículas elementales. Sin embargo, todo es una teoría. Los científicos creen que no entrañaría ningún riesgo porque en caso de crearse, sería tan pequeño que se desvanecería en una fracción de segundo y esto es muy poco tiempo para poder representar un peligro.