El estudio, auspiciado por la Fundación Oso Pardo, pone de relieve que el número de ejemplares identificados con linaje oriental no presentan influencia genética de la población occidental debido a la incomunicación existente entre ambas poblaciones oseras, según se reflejó en las técnicas moleculares empleadas en el año 2013 por la propia Fundación Oso Pardo, que cifró entre 23 y 25 ejemplares la población oriental.
Según confirmó Fapas en un comunicado recogido por Europa Press, los nuevos trabajos de identificación genética difundidos por la Fundación Oso Pardo esta semana destacan la existencia de cinco ejemplares con características genéticas originales de la población oriental, «lo que confirma que esta población originaria que quedó aislada ha ido disminuyendo hasta llegar a un límite prácticamente de extinción en la actualidad».
«Durante los últimos años, la presencia de osos muertos en extrañas circunstancias ha sido una constante, aliviándose la situación general de esta subpoblación por la presencia de ejemplares que llegan a las provincias de León y Palencia procedentes desde el núcleo occidental de la Cordillera Cantábrica», han señalado las mismas fuentes antes de añadir que este renuevo de ejemplares «permite una supervivencia del oso absolutamente en precario que en modo alguno puede considerarse como una situación positiva».
En las zonas de montaña de Palencia y León la población osera oriental no parece superar los 20 ejemplares «ya que hay que tener en cuenta que posiblemente muchos de los osos que se identifican en la zona oriental vuelven a sus territorios de origen al otro lado de la cordillera, técnicamente es ya considerada como sumidero de osos».
A su juicio, tanto la Administración de Castilla y León como la Fundación Oso Pardo «tratan desesperadamente de ofrecer una imagen contraria a esta situación crítica de extinción, realizando lecturas desproporcionadas y tergiversadas de todos los datos científicos que los trabajos de identificación genética han dado como resultado durante los últimos años».
A la «mala imagen social que supone la extinción del oso pardo en el núcleo oriental de la Cordillera Cantábrica», hay que añadir la «imperiosa necesidad de justificar ingentes sumas multimillonarias que han sido utilizadas para la supuesta conservación de esta especie en la zona oriental de la Cordillera Cantábrica», critica Fapas.