Pero, como ha destacado, se trata de una fiesta «muy familiar», en la que se otorga también culto a «nuestros propios santos», como familiares, compañeros y amigos ya fallecidos, y «a todas aquellas almas que gozan ya de la gloria de Dios».
El prelado de la Diócesis cántabra ha reflexionado con estas palabras sobre la festividad de Todos los Santos, y ha recordado que este domingo, 2 de noviembre, se conmemoran los Fieles Difuntos.
Jiménez Zamora ha agregado que a aquellos cristianos que visiten devotamente un cementerio entre el día 1 y el 8 de noviembre y recen, aunque sólo sea mentalmente, por los difuntos, la Iglesia les concederá una indulgencia plenaria que se puede aplicar por las almas de los fieles fallecidos, cumpliendo las condiciones acostumbradas (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por el Romano Pontífice).
Finalmente, el Obispado recuerda que la catedral de Santander también está considerara como cementerio puesto que, en su interior, están inhumados los restos mortales de algunos de los que fueron obispos de la Diócesis