No hemos dormido demasiado mal tras el disgusto, lo que quiere decir que digerimos la derrota con el bicarbonato del orgullo. Perdieron peleando y no fueron peores que el rival y eso, quieraslo o no te permite mirar al futuro con cierta tranquilidad.
Y no es sencillo, el futuro, porque esperan Sevilla, Madrid y Barça en poco más de un mes. Me he marcado una ronda de contactos con mis colchoneros preferidos y andan todavía con la moral alta y el gesto fiero: Seguimos segundos, me dice Marcelo, el del quiosco, siempre haciendo cuentas, como si estas no hubieran sido, casi siempre, injustas con el Atlético.
Pregunto por Julia, la socio cincuenta mil que ya casi cumple un año y me dicen que anda revuelta con los dientes, seguro que vio el castañazo a Falcao y se asustó. Pedro, en el paro, se bebe la información deportiva y anda preocupado porque, según él, Falcao nos va a durar lo que la isla Perejil a Marruecos. Para mí que también.
Emilio no lo vio pero se lo esperaba. Ferviente seguidor de la botella medio vacía, augura lamentos venideros. Su hija, Elena, quién lo diría, todavía sueña con ganar la Liga. Estuvo en Neptuno, con el que esto escribe, hace 16 años y quisiera revivirlo: “Antes de que me haga vieja, padrino”.
El que más y el que menos ha encajado el golpe y cree que el equipo de Simeone bien merece esa esperanza. Lo dicho, vienen tiempos difíciles, pero de eso se trata, de sobrevivirlos.