Nada de ti, nada de mí, una brisa sin aire soy yo, nada de nadie. Lo cantaba Cecilia hace muchos años y lo podría cantar este Atlético ramplón y desmañado que se dejó abofetear en Pamplona.
No le pongan excusas, no hace falta, este borrón no empaña la temporada realizada pero sí le pone dudas a la que queda por realizar, la más importante.
Ya en el Bernabeu se dieron las primeras muestras que luego se confirmaron en Almería. La vuelta de Copa dejó muchas dudas y el primer tiempo en San Siro, también.
Los chicos de Simeone han perdido la mirada del tigre. Ahora sólo rugen. Castigados físicamente, le hurtan al juego ese plus de esfuerzo que les hizo invencibles y, sobre todo, los suplentes se sienten suplentes.
Soñamos despiertos mientras pudimos pero hoy se nos vino el mundo encima cuando vimos cómo se les caía el uniforme, cómo se les encogía el ánimo y aceptaban, mansos, un castigo inusual.
Es pronto para rendirse pero hay que reaccionar. Negar la evidencia no funciona. Trabajar, recuperar y renovar, esa es la clave.