El Rey de España, Felipe VI, no ha necesitado de la ayuda de un experto fonoaudiólogo, como Jorge VI, tras la abdicación de Eduardo VIII. Escenas magistralmente descrita en la película dirigida por Tom Hooper: The King’s Speech. Esta vez no fue sólo ante un micrófono de radio, sino ante las Cortes Generales y los Medios de Comunicación. El momento histórico es también importante. Cómo entonces, el mensaje iba dirigido a un pueblo que espera salir de una crisis. En aquel caso internacional. En este nacional: económica, social y política.
El Discurso del Rey Felipe VI era esperado. Ha sido detenidamente seguido por muchos. Los analistas en particular. Treinta y cinco minutos de repaso en el que había un mensaje específico: Una Monarquía Renovada para un Tiempo Nuevo. Hay que decirlo, después de los últimos acontecimientos protagonizados por la Institución, era lo esperado. Más que esperado, deseado.
Una España unida y diversa
Las líneas fundamentales del discurso han abarcado todo el panorama de la España Constitucional. Treinta y cinco minutos de apelación a la convivencia y el rearme moral de la sociedad, incluyendo la figura que encarna. También habló de la Unidad de la Nación, dentro de su diversidad (unidad que no es uniformidad, afirmó). Diversidad recogida en el final del discurso dando las gracias en cuatro lenguas oficiales en los distintas Comunidades Autónomas; y, en medio de la alocución, con la referencia a escritores en esas lenguas. Aplausos después de esta alusión, como también lo hubo en la referencia a las víctimas del terrorismo.
Un discurso exigente con el propio Rey
Ha sido un discurso exigente consigo mismo. Se plantea estar cerca de los ciudadanos, apasionarse por sus éxitos y compartir sus fatigas. Ser ejemplar en su comportamiento moral y ético. Un objetivo, conseguir que los españoles se sientan orgullosos de su Rey y de su España. El reto no es nada fácil. En temas económicos y personales no puede permitirse ni un desliz; lo sabe y lo ha querido reflejar en su mensaje.
Y exigente con los poderes públicos a los que ha pedido capacidad de diálogo y comprensión entre los españoles; solidarios entre ellos y sus pueblos.
Una España moderna, emprendedora, solidaria e internacional
La palabra solidaridad apareció más veces en el discurso. Para con los que han perdido su trabajo. Lo mismo que una referencia a la sociedad moderna, emprendedora, tecnológica. Me pareció, sin embargo, que faltó una referencia más explícita a empresarios y sindicatos, como agentes sociales vitales en nuestra economía. Sin ellos el desarrollo del país no es posible. Bien es cierto que sus máximos dirigentes estaban presentes en el Congreso invitados explícitamente.
La referencia a la posición de España en Europa, el mundo, Latino América e, incluso, las especiales relaciones con el mundo árabe fue el toque internacional, para la promoción de los intereses nacionales en este complejo mundo. Promoción en la que la monarquía ha tenido un gran papel y puede seguir teniéndolo.
Pero, el reinado no ha hecho más que empezar
Pero las palabras no son suficientes. En unos pocos meses los hechos dirán si las esperanzas que pueden desatar este discurso se cumplen, defraudan o mantienen la expectación. Serán mensajes dimanados a través de la cercanía, la ejemplaridad, los gestos, su labor de embajador político y económico, las muestras de compasión por los desfavorecidos, … Más eficaces que las palabras.
El reinado de Felipe VI no ha hecho más que empezar.