En el tira y afloja entre Moscú y Bruselas por atraer a Ucrania Putin ha puesto sobre la mesa un suculento plato de dulces. Nada menos que once mil millones de euros en obligaciones emitidas por el estado ucraniano que le permitirán superar un importante bache financiero.
Más aún, anticipándose a las rebajas de enero, el presidente ruso le ha anunciado al de Ucrania una rebaja de un tercio en el precio del gas, un producto básico para la supervivencia de la población durante el frío invierno. En un país al que todavía no ha llegado la fiebre del consumo navideño no debe ser nada desdeñable la posibilidad de ahorrarse un pico en la factura más importante del año, aunque después no se lo gasten en regalos.
Y más aún si cabe, insiste el Kremlin que ese alarde de generosidad no está sujeto a medidas de austeridad que puedan suponer un mayor sufrimiento de los ciudadanos.
Bruselas ofrece sufrimiento a cambio del acuerdo
En definitiva, un regalo navideño de Rusia a Ucrania que supera con mucho cualquiera que pueda hacer Bruselas. En primer lugar porque el acuerdo de asociación que se negó a firmar en la cumbre de Vilna el presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, va acompañado de una birria de euros y una promesa de ayuda del FMI vinculada a unas exigencias que a corto plazo empobrecerían más a los sufridos ucranianos.
A pesar de todo, la responsable de Exteriores de la Unión Europea acaba de decirles que el acuerdo de asociación es bueno para Ucrania. Simplemente “bueno”, lo que significa que, en principio, no está previsto mejorar la oferta.
Las comparaciones son odiosas, pero a pesar de la desigualdad de los paquetes resulta evidente que los ucranianos, al menos los que llevan varias semanas en la calle aguantando temperaturas bajo cero y haciendo barricadas de hielo, prefieren ese “bueno” por conocer que lo malo conocido que representa Moscú. A pesar de los “regalos” navideños.
El pulso se mantiene
Para los defensores del acercamiento a Europa ha sido un alivio ver que Yanukovich no ha firmado el acuerdo aduanero que propone Moscú, el objetivo real que se esconde detrás de tanta generosidad. Ello demuestra que la protesta sirve de algo y justifica su continuidad.
Desde las barricadas que rodean el Euromaidán insisten en que mantendrán sus posiciones sin retroceder un paso. Su pertinacia indica que el pulso va para largo, pero hay un objetivo inmediato: minar la resistencia del gobierno y obligar a Yanukovich a adelantar las elecciones previstas para 2015.
En la pugna también ha entrado Washington, que exige a las autoridades ucranianas que dialoguen con los manifestantes. Aunque no declarado abiertamente, su objetivo está muy claro. Si Ucrania opta finalmente por Bruselas habrán dado un pequeño golpe a Putin en la nueva guerra fría desatada entre ambos países. El objetivo del presidente ruso es reagrupar a los países de la antigua Unión Soviética con fines económicos y estratégicos, primero a través de la unión aduanera con la que tienta a Ucrania y después con un acuerdo Euroasiático.
Superada la Guerra Fría, lo que se libra en Ucrania es la enésima batalla entre Oriente y Occidente. Permanezcan atentos.