Sin observadores independientes y con los partidarios de Ucrania alejados de las urnas, el referéndum del domingo solo sirve como excusa interna
Aún queda mucho para la noche de Halloween y, sinceramente, desconozco si en Ucrania ha calado tanto como aquí esa costumbre anglosajona, pero el referéndum celebrado en el este del país por los separatistas tiene mucho de broma. “Caos y carnaval” reza la portada de la versión internacional del New York Times en uno de los titulares más acertados sobre el tema.
Según uno de los organizadores en la provincia de Luhansk la participación ha sido del 80 por ciento y el 96 por ciento ha votado a favor de la independencia. Recuerda mucho a aquello de los datos de asistencia a las manifestaciones: “un millón según los organizadores y diez mil según la policía”.
Las crónicas escritas sobre el terreno recalcan que se desconoce cómo se ha calculado la participación. En Slaviansk, la localidad más conflictiva, los funcionarios se deshicieron de las listas de votantes. Lo mismo que en varios lugares de Donestk, la capital de la otra provincia independentista, donde dejaron votar a cualquiera que presentara un carné de identidad por lo que es imposible comparar a los potenciales votantes con los que en realidad emitieron un sufragio válido. Con fraude o sin él, el caso es que querían un referéndum y ya lo tienen, aunque no legitime nada.
Ceguera en Kiev
Teniendo en cuenta que los separatistas se descalifican por sí solos, tampoco es muy apropiada la respuesta de Kiev. En lugar de calmar los ánimos prebélicos de la región, el presidente interino, Turchynov, habla de “farsa propagandista” y de la necesidad de dialogar solamente con los que “no tienen sangre en las manos”.
Teniendo en cuenta que no hay una guerra civil extendida, sino solo peligrosos conatos, y que las autoridades ucranianas actuales son producto de una anomalía política, lo más sensato sería esperar a que se celebre el referéndum del 25 de mayo y ceder el testigo al gobierno que salga de las urnas. Solo entonces se podrá establecer una negociación razonable. Y probablemente no les quedará más remedio que hablar con los dirigentes independentistas, responsables últimos de las muertes que se han producido, aunque sea en secreto.
La historia se repite
Lo más positivo de esta situación es que han quedado claras todas las posturas. Los independentistas del este de Ucrania pretenden crear un nuevo país, al que llamarían Nueva Rusia, y establecer una situación de facto similar a las de Transdniéster (o Transnistria), en Moldavia, u Osetia del Sur y Abjasia, en Georgia. Todos ellos son territorios de mayoría rusa que han declarado su independencia con respecto a los estados a los que pertenecían y solo han sido reconocidos por Moscú.
El problema es lo que viene después. Los lugares mencionados viven bajo la tutela de Rusia, pero sin incorporarse a la madre patria. ¿Ocurrirá lo mismo en Ucrania? La actitud de Putin ha dejado entender que no ocurrirá lo mismo. El presidente ruso ha afirmado que “respeta” el referéndum de Donetsk y Luhansk, pero no “reconoce” sus resultados. Por tamaño e influencia, Ucrania no tiene nada que ver con Moldavia o Georgia, y por el territorio del primero pasan los principales gasoductos hacia Europa.
El amo del Kremlin no desea una guerra abierta con Ucrania, tanto por razones de prestigio internacional como de índole económica. Lo más probable es que pretenda mantener su influencia en el este del país y esperar a que se aclare la situación tras el referéndum del 25 de mayo. Cómo jugador de ajedrez sobre el tablero internacional Putin no tiene parangón.
Calmar los ánimos sigue siendo el objetivo
De este modo, además, mantiene a raya a la Unión Europea, que amenaza continuamente con sanciones, pero que no termina de decidirse. Ese es el tibio mensaje que han dado los ministros de Exteriores comunitarios ampliando el abanico de castigos nada menos que a 13 personas y dos empresas de Crimea.
Con la Unión Europea templando gaitas de esta manera y Moscú apoyando las elecciones ucranianas, a Estados Unidos no le quedará más remedio que esperar y ver. Cualquier cosa antes que sentar las bases de una guerra en Europa que no interesa a nadie.