Hizo el lunes Montoro una presentación de los Presupuestos Generales del Estado en su línea, con su humor poco gracioso, y con algunos datos que, tras revisarlos, me pongo a comentar. Los que él llamo ‘presupuestos de la recuperación’ fueron criticados desde el minuto uno al comprobar que la sedicente recuperación afectaba, en primer lugar, a los partidos políticos. Y no seré yo quien diga que los partidos son el mal de la democracia, pero de ahí a incrementarles su asignación me parece que va un abismo.
¿No deben los partidos apretarse el cinturón como lo hemos hecho también los ciudadanos? ¿Hacen un uso correcto de estos recursos como para incrementarlos? ¿Que razón hay para que el dinero de los ciudadanos se destine a partidos o fines que ellos no desean o comparten? ¿No sería más razonable incluso reducir esta partida o suprimirla, y que fueran los afiliados los que mantuvieran a sus formaciones?
Pero no crean que el incremento es una cuestión menor. La partida de estos Presupuestos de 2015 destinada a los partidos se incrementa nada menos que un 84,6% y se concreta en 156,4 millones de euros. La explicación del Ministerio de Hacienda es que en 2015 se celebrarán elecciones municipales, autonómicas y generales; y por eso el Ministerio del Interior adjudica algo más de 101 millones de euros para gastos electorales. Ya el año pasado, se incrementó también esta asignación a los partidos un 27,9 por ciento: pasó de 66,2 millones a 84,7 también a cuenta de que íbamos a celebrar elecciones europeas en mayo. Se entiende que, como hay gastos electorales, los partidos deben recibir más subvención. Y digo yo: ¿no sería mejor no dársela y así las campañas serían más austeras y menos insufribles? Repito que no quiero cargarme a los partidos, pero es un hecho el mal uso que hacen de nuestro dinero. Y una cuestión más.
Es también un clamor, un gran clamor, que a parte del mal uso que hacen los partidos de nuestro dinero, todos ellos se están rodeando de una burocracia que en nada beneficia a su funcionamiento. Y luego encargan encuestas, cursos de verano, viajes, y demás mandangas que los ciudadanos que pagamos nuestros impuestos ni siquiera nos podemos permitir. La crítica no es solo mía, ni tampoco de los antisistema: ayer hablé con políticos que ya han dicho públicamente que están en contra de esta partida en nuestros Presupuestos. Quizá saben por experiencia lo que hacen con nuestro dinero y lo poco que revierte en los ciudadanos. ¿No era llegado el momento de que el PP liquidara este anacronismo?