La investigación, según han explicado fuentes de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, se inició hace un año a raíz de varios robos de cable de cobre en la localidad oscense de Jaca y en poblaciones de alrededor.
Los delitos se cometían, en su mayoría, en establecimientos apartados, carentes de medidas de seguridad, con fácil acceso y sin trasiego de personas.
Antes de actuar, los autores realizaban un estudio pormenorizado de las instalaciones donde iban a robar, como estaciones eléctricas, fábricas o comercios. Una vez dentro, también sustraían otros objetos como maquinaria, herramientas o gasoil.
El cobre robado se vendía después en diferentes chatarrerías de las provincias de Huesca y Zaragoza, con micro ventas realizadas por varias personas, con la intención de no levantar las sospechas de los investigadores, han informado las mismas fuentes.
En total, la cantidad de este material vendido por los nueve detenidos asciende a casi 10.000 kilos, con una ganancia en su venta de más de 23.000 euros en un periodo aproximado de un año. Los daños ocasionados ascienden a 150.000 euros.