Así, han apuntado que, en general, las precipitaciones caídas en la comunidad están siendo bienvenidas por el sector agrícola y ganadero después de una primavera «más bien corta», aunque los que más lo están notando son los cultivos leñosos y el monte.
No obstante, han llamado la atención sobre lo poco homogénea que está cayendo este agua, así como su carácter torrencial en algunos momentos, lo que «no viene bien a nadie». En concreto, de seguir así podría dañar al algodón, que está pendiente de recolección con algunas cápsulas ya abiertas; a los cereales como el maíz y el girasol.
Por último, las mismas fuentes han apuntado que el campo necesita que siga lloviendo, porque «aún no es suficiente» el agua caída, aunque de una manera suave y repartida en el territorio.