En el estudio, llevado a cabo por la doctora Joanne Dickson de la Universidad de Liverpool, se pidió a un grupo de pacientes con depresión que elaboraran un listado con sus objetivos vitales a corto, medio y largo plazo, que luego fueron comparadas con las de otro grupo de personas sin depresión.
Los objetivos fueron clasificados por su especificidad, de modo que un objetivo global o abstracto, como «ser feliz», se consideraría un objetivo general, mientras que una meta como «mejorar mi tiempo de maratón de 5 kilómetros de este verano» representaría un mayor objetivo específico.
Los investigadores encontraron que mientras que ambos grupos generan el mismo número de metas, las personas con depresión tienen objetivos más generales y abstractos. El estudio también encontró que las personas deprimidas eran más propensas a dar razones no específicas para lograr y sus objetivos.
«Encontramos que los objetivos que las personas con depresión clínica carecían de un enfoque específico, por lo que es más difícil lograrlos», reconoce la autora.
De hecho, insiste en que tener metas muy generales y abstractas puede mantener y agravar la depresión, ya que son más difíciles de visualizar y, con ello, se reducen las expectativas de hacerlos realidad y desembocan en una menor motivación para tratar de alcanzarlos.
Más de 4 millones la padecen en España
Más del 10 por ciento de los españoles, unos 4 millones de personas, sufre depresión en España y sólo el 40 por ciento de ellos es diagnosticado y recibe un tratamiento adecuados, según el médico del responsable en España de la Organización del Día Europeo de la Depresión, el doctor Juan Manuel Mendive.
Esta enfermedad es la primera causa de discapacidad laboral en nuestro país y, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para 2020 será ya la segunda causa de discapacidad en el mundo, explicó el doctor Mendive.
Asimismo, «aproximadamente el 15 por ciento de la población sufrirá depresión a lo largo de su vida, y el 6 por ciento de las personas sufrieron este trastorno en el último año», un dato a tener cuenta ya que «las tres cuartas partes de los casos de depresión son reincidentes», subrayó.
La crisis ha disparado un 19 por ciento los casos de depresión y un 8,4 por ciento los de ansiedad, según revela un estudio que se dio a conocer en el V Congreso Catalán de Salud Mental, celebrado el mes pasado en Barcelona.
El decálogo para enfrentarse a la depresión
Según los expertos de la Sociedad Española de Psiquiatría,» la mayoría de los episodios depresivos se curan con el tratamiento apropiado; este puede consistir en medidas de tipo farmacológico, psicoterapéutico y ambiental». Los psiquiatras creen que «es muy importante ayudarse a sí mismo en el curso de una depresión, especialmente cuando ya ha empezado a producirse una mejoría». Sobre todo, «hay que entender que la desconfianza y el pesimismo que se siente es una consecuencia de la propia depresión, y que progresivamente van a ir desapareciendo conforme el tratamiento vaya haciendo su efecto». También es importante «aprender a conocernos y a evitar las situaciones o circunstancias que nos entristecen, si son evitables».
En cualquier caso, La Sociedad Española de Psiquiatría ofrece un decálogo para enfrentarse a la depresión:
1. Es conveniente mantener la actividad en tanto sea posible, pero sin plantearse metas difíciles ni aceptar grandes responsabilidades.
2. Asumir que la enfermedad ha limitado nuestra capacidad: hacer lo que permitan las fuerzas. No dar prioridad al rendimiento, sino a la curación de la enfermedad.
3. Dividir las grandes actividades en pequeñas tareas; establecer prioridades.
4. No aislarse; esforzarse por estar con otras personas. Intentar que comprendan lo que nos pasa, pero sin sentirnos obligados a contárselo a todo el mundo. Podemos elegir con quien compartir nuestra intimidad.
5. Participar en actividades que nos hagan sentirnos mejor, sin grandes esfuerzos (ej. leer, ir al cine). Es muy recomendable hacer ejercicio físico, de forma suave.
6. No tomar decisiones trascendentes, por ejemplo, cambio de trabajo o de domicilio, casarse, divorciarse, etc. Es aconsejable posponerlas para cuando haya desaparecido la depresión.
7. No aceptar pensamientos negativos: forman parte de la enfermedad.
8. Cumplir las indicaciones médicas o de los profesionales que nos atienden. No cambiar o iniciar tratamientos por nuestra cuenta. Acudir a las consultas con regularidad. Nunca deben consumirse drogas, alcohol o sustancias euforizantes; con frecuencia tienen el efecto contrario a medio plazo. Suspender las dietas o regímenes no controlados médicamente.
9. Rechazar los sentimientos de culpa. La depresión es una enfermedad, no un signo de debilidad.
10. Una vez se ha superado la enfermedad, reflexionar sobre aquellos factores de nuestra forma de ser y de nuestra forma de vida que puedan haber contribuido al desencadenamiento de la enfermedad.