El ser humano podría vivir perfectamente sin consumir productos cárnicos. La realidad es que en el mundo desarrollado realizamos un consumo elevado de productos cárnicos.
Este hecho induce también a una ingesta hiperproteica en nuestros hogares. Sería saludable plantearnos de forma global reducir la ingesta habitual de carne que beneficiaría significativamente nuestro metabolismo.
Son muchas las lesiones y algunos tumores que epidemiológicamente se consideran ligados a un régimen rico en consumo de carne. Sin embargo, hay que ser racionales y saber también que para que se desarrolle una lesión degenerativa se precisa de una base genética del individuo consumidor.
¿Qué carne es la más saludable?
Podríamos decir que es la carne “campada y andada”. Es decir, la carne de los animales que viven en el campo sueltos y que consumen productos naturales de los prados como las bellotas. Es la carne que presenta menos ácidos grasos saturados y, por tanto, aquella que generará en nuestro organismo menos aumento de LDL-Colesterol, el colesterol malo, y por el contrario nos aumentará el HDL-Colesterol (colesterol bueno).
Por ello recomendamos en primer lugar la carne de caza. La de toro de lidia. Sin olvidar la carne magra de cerdo de bellota con sus jamones (ibérico). El magro de cerdo tiene menos grasa saturada que la de vaca y ovino. También la de ave voladora, pollo y pavo es óptima para consumo saludable.
Debemos reducir el consumo de vísceras animales como hígado, riñones, cerebro (sesos), criadillas (testículos) etc., por diferentes motivos y condicionantes a los que ya nos referiremos.