Los antiinflamatorios son fármacos gastrolesivos.
El estómago tiene una película pegada a la pared similar a un gel que protege la pared del estómago del ácido que se forma. De esta forma no suele doler el estómago tras una comida en personas sanas.
Esa película se puede romper por muchas cosas: el estrés, una infección por bacterias como H. pylori, antiinflamatorios…
En el caso de los antiinfalamatorios, la película se rompe por dos causas, una acción directa al caer el comprimido en el estómago, es la causa menos importante pero existe. Y una segunda causa, por inhibición de la formación de unas moléculas que ayudan a formar la película protectora del estómago que se llaman prostaglandinas.
El efecto de los antiinflamatorios no es el mismo ante cualquier persona ni en cualquier situación. Lo habitual es que los jóvenes no tengan estos problemas, por eso la indicación de un protector de estómago asociado al antiinflamatorio no se debe recomendar hasta los 40-45 años. Salvo que en situaciones previas similares ya haya aparecido malestar gástrico asociado a la toma de este tipo de fármacos.
De cualquier forma, si aparecen molestias abdominales tras la toma de antiinflamatorios se debe acudir al médico habitual a comentarle la situación y así permitir que valore la alternativa más adecuada.