Existen muchos factores que influyen en esta cualidad física: el sexo, el talento innato, la constitución física, la edad, la técnica, la capacidad de anticiparse al movimiento, concentración y fuerza de voluntad, el calentamiento previo (que previene la aparición de lesiones y aumenta la velocidad de contracción muscular), factores musculares (como el tipo de fibras o el tamaño del músculo, etc.) la coordinación, la herencia recibida, etc.
Ya explicamos en entregas anteriores que existen varios tipos de velocidad (de reacción, de movimiento y frecuencial) y que podemos descomponer esta cualidad física en cuatro fases: de reacción, de aceleración, de velocidad máxima y de resistencia a la velocidad. También decíamos que la velocidad depende de otras cualidades físicas básicas como la fuerza, la resistencia y la elasticidad (así como de los desequilibrios musculares que tengamos o la presencia de enfermedades).
Pues bien, casi todo ello podemos entrenarlo para mejorar el resultado final.
Obviamente no podemos modificar el talento innato, el sexo, la edad o la constitución física con la que hemos nacido; pero sí está en nuestra mano trabajar la concentración, la fuerza de voluntad, la fase de calentamiento, la coordinación o los aspectos técnicos.
Respecto a la edad, hemos de decir que entre los 8 y 12 años aumenta la frecuencia de movimiento mientras que la potencia y fuerza musculares se desarrollan fundamentalmente entre los 13 y los 17.
Podremos utilizar distintos métodos de entrenamiento:
• De las formas puras de velocidad
o Velocidad de reacción
o Velocidad de movimiento
o Velocidad frecuencial
• De la postura. Longitud y frecuencia de la zancada, inclinación del cuerpo, modificación del centro de gravedad… aspectos que mejoran con el aumento de la fuerza y la elasticidad.
• De la agilidad.
Los esfuerzos deben ser de la máxima intensidad, teniendo en cuenta que no han de superar los 8 segundos (50-60 metros) y que las recuperaciones entre series tienen que ser totales.
Como puntualización final, añadir que el entrenamiento de velocidad es propio de la edad escolar puesto que luego, esta cualidad física no mejorará de forma espectacular. No es una práctica recomendable para los adultos cuyo objetivo es mantenerse en forma, por el riesgo de roturas musculares (roturas fibrilares) durante las “arrancadas” y “frenazos” de los entrenamientos de series. Los adultos que participan en competiciones de las diferentes disciplinas deportivas, que no pierdan de vista, como decimos siempre, sus objetivos y el riesgo-beneficio en relación con las posibles lesiones frente al rendimiento o “marca” a conseguir.
A disfrutar del ejercicio físico…