Como hemos explicado en otras ocasiones, el ejercicio físico provoca cambios en todo el organismo de dos formas: a corto plazo (mientras se realiza el deporte y en las horas posteriores) y a largo plazo como “adaptación”. También hay que tener en cuenta, si se trata de un deportista de alto nivel con entrenamientos muy intensos, o de práctica de actividad física de forma moderada (lo que podríamos llamar deporte-salud).
El sistema inmunológico (las defensas) también sufre dichos cambios.
– Ejercicio moderado. Durante la actividad física y en las horas posteriores, se produce una disminución de las defensas pero más a largo plazo, éstas no sólo se recuperan, sino que se produce una “supercompensación”; es decir, se elevan por encima de los niveles de los que partían.
– Ejercicio intenso. Durante la práctica de alta intensidad se produce, igual que en el moderado, una disminución ligera del sistema inmunológico. Lo que ocurre es que, a medio plazo, no sólo no sucede la supercompensación que comentábamos en el apartado anterior, sino que disminuyen aún más los parámetros defensivos.
Y traducido, qué significa. Pues que al disminuir nuestras defensas tras la práctica deportiva intensa, tendremos un mayor riesgo de sufrir infecciones, fundamentalmente a nivel respiratorio y gastrointestinal. Mientras que si realizamos un ejercicio físico moderado, reforzamos el sistema inmunológico, haciéndonos más resistentes a los procesos infecciosos. Si además lo repetimos periódicamente en el tiempo, los efectos serán más duraderos.
Pero si le damos la vuelta a éste asunto, ¿debemos hacer ejercicio durante una infección? Lo más importante es que nos paremos a escuchar a nuestro cuerpo. Si nos encontramos fatal, con fiebre, dolores musculares, etc. mejor será que dejemos el deporte para más adelante. Si estamos hablando de un resfriado leve, siguiendo la explicación que hemos dado antes, sería aconsejable la práctica de una actividad física moderada, pero en ningún caso un entrenamiento de alta intensidad.
Respecto a los deportistas de alto nivel, es aconsejable cambiar el entrenamiento intenso diario, por una sesión de ejercicio aeróbico suave, trabajando los estiramientos y las tácticas.
Obviamente, el rendimiento durante las infecciones disminuye, al no poder producirse un esfuerzo óptimo, ya que están deterioradas la fuerza, resistencia, coordinación y concentración, pudiendo llegar incluso a producirse lesiones a nivel músculo-esquelético si nos exigimos demasiado.