Como norma general, el ejercicio físico más sano es el que llamamos aeróbico: aquel que mueve grandes grupos musculares, realizado a una intensidad que nos permita mantener una conversación con la persona que llevamos al lado, suponiendo que vayamos acompañados.
Ejemplos de deportes aeróbicos son un paseo rápido, una carrera a trote suave, bicicleta estática con poca carga, subir escaleras, nadar… Como se puede ver, la mayoría implican el traslado de nuestro cuerpo de un lugar a otro, ejerciendo nuestro propio peso, de carga de trabajo.
Todo esto es en términos globales. A la hora de prescribir ejercicio físico a una persona en concreto, debemos individualizar, teniendo en cuenta diversos factores; entre otros tenemos:
- los gustos de la persona
- sus objetivos
- las enfermedades que presenta
- su estado de forma física actual
Por ejemplo, de nada sirve que le recomendemos como ejercicio idóneo a alguien la natación, si no sabe nadar o tiene pánico al agua o simplemente no le gusta; obviamente será el deporte más indicado, pero no lo va a realizar.
Tampoco prescribiremos el mismo tipo de deporte a un diabético que a un hipertenso o a una mujer con osteoporosis o con artritis reumatoide.