El pasado 2 de agosto, la judoca estadounidense Kayla Harrison se proclamó campeona olímpica, al vencer a la británica Gemma Gibbons en la final de la categoría de menos de 78 kilogramos. En lo alto del podio, la norteamericana no pudo contener su emoción.
Esas lágrimas de la judoca no solo se debían a que se había convertido en la primera estadounidense en conseguir el oro olímpico en judo, sino a que con esta victoria dejaba atrás una terrible historia de abusos sexuales por su antiguo entrenador que estuvieron a punto de hacerla abandonar la práctica de este deporte.
La desgarradora experiencia vivida por Kayla Harrison salió a la luz en 2006, aunque había comenzado unos cuantos años antes. En esa época, la deportista era una joven promesa que ya había ganado dos campeonatos nacionales bajo la supervisión de Daniel Doyle.
Pero la historia del entrenador no sólo se limitaba a enseñar a la judoca, sino que había abusado sexualmente de ella, aprovechando los desplazamientos a las diversas competiciones. Hasta que un día, la joven no pudo más y contó la situación por el que la había hecho pasar su entrenador.
A pesar de que Doyle fue condenado a 10 años de prisión, Kayla Harrison etaba decidida a abandonar la práctica de este deporte e, incluso, llegó a pensar en suicidarse. Sus padres vieron su potencial y la convencieron para abandonar su Ohio natal y mudarse a Boston, donde comenzó a entrenar de nuevo, a las órdenes de Jimmy Pedro.
Poco a poco, Kayla volvió a recuperar la confianza en sí misma y el amor por el judo. Gracias a su tesón, se convirtió en campeona del mundo en 2010 y campeona olímpica de 2012.