Angela Merkel ha vuelto a ser reelegida como canciller en Alemania. Es su cuarto mandato. Doce años que han coincidido con el momento más duro para Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Pero Merkel no es la única mujer que ha sabido encontrar su lugar de liderazgo en situaciones de crisis. Su partido rival, los socialistas del SPD
El Fondo Monetario Internacional se decantó por poner a Christine Lagarde al frente de una entidad que debía enfrentarse a la crisis económica a la vez que gestionaba los problemas de credibilidad que habían causado los escándalos sexuales de su predecesor Dominique Strauss-Kahn.
También Reino Unido ha recurrido a una mujer para intentar capear el temporal del Brexit. Theresa May llegó al poder solo después de la salida de David Cameron, que había apostado por el referéndum y había perdido. Quizá nadie más que ella quiso asumir el riesgo de tomar las riendas de un país en esa situación.
Más mujeres en el poder en momentos difíciles
Los datos avalan todos estos ejemplos recientes. En momentos de crisis las mujeres aumentan su presencia en puestos de relevancia y decisión. Según explica un estudio »Gestión de crisis y género» de la Universidad de Esuskadi, esto se debe a que «una cultura de comunicación y apoyo socio-emocional es especialmente necesaria en situaciones de crisis y cambio organizacional».
Por eso, dice el estudio, «la posibilidad de las mujeres de ser ascendidas a posiciones de dirección y gestión es significativamente mayor en crisis que en circunstancias neutras». No se trata solo de situaciones de problemática económica, sino al contrario, las empresas y los gobiernos tienden a confiar en las soluciones de las mujeres para abordar problemas de innovación en el sector, de organización de departamentos o empleados, crisis de reputación o problemas internos.
El »acantilado de cristal», cuando el riesgo es mucho mayor
Las mujeres »crecen» cuando la clásica élite masculina ha sido incapaz de solucionar una situación. Son momentos en los que el riesgo es tan alto que para un hombre, fracasar supondría el fin de su carrera. Sin embargo, como explican Michelle Ryan y Alex Haslam, de la Universidad británica de Exeter, en su estudio sobre el tema, los profesionales femeninos están «acostumbrados» a tener que luchar contra el ya famosos techo de cristal.
Es por eso que no tienen miedo a colocarse en lo que han llamado el »acantilado de cristal», momentos en los que el riesgo supera a las posiblidades de éxito. Esta es una de las principales teorías. Pero hay otras muchas. Estos investigadores también creen que colocar a mujeres en puestos directivos también puede deberse a que normalmente se las relaciona con una mejor gestión de equipo: son maternales, organizativas e intuitivas. Un estereotipo de género trillado que, sin embargo, ha permitido a muchas mujeres demostrar su valía en puestos de dirección dominados por hombres.
Pero no es oro todo lo que reluce. Ryan y Haslam también creen que en algunos casos estos puestos se usan como «chivo espiatorio». Es decir, se coloca a una mujer en un puesto cuyo riesgo es tan alto que cuando fracase será fácil culparla de la situación.