La tendencia en la forma de pagar está cambiando en todo el mundo. Aunque todavía se estima que alrededor del 60% de transacciones se realizan al contado, ya son varios los países que han aparcado su moneda y apuestan por un modelo de pago únicamente electrónico. La fiebre de compras online que ha provocado el pasado ‘Black Friday’ y que se anticipa para este ‘Ciber Monday’ demuestran que los consumidores tienen cada vez menos miedo a efectuar sus compras a través de Internet.
El paso del trueque a la moneda -los lidios ya la usaban en el siglo VII a. C.- fue toda una revolución en la historia del ser humano. Los intercambios se volvieron más justos, porque se reconocía un valor para cada objeto determinado. Entonces ese valor se correspondía con un determinado peso de metales precioso.
El dinero es precisamente eso: todo activo o bien aceptado como medio de retribución. Y tras esta larga historia, el dinero físico parece tener los días contados.
Los nórdicos, no lo quieren
Suecia es uno de los casos más llamativos. El primer país europeo en introducir los billetes (1661) en su economía, ha sido también el primero en ordenar su desaparición. Desde hace varios años, algunas ciudades del país han dejado de aceptar dinero en efectivo, y las monedas y billetes en circulación solo representan el 3% de su poder adquisitivo.
Otro país nórdico, Dinamarca, eliminará el efectivo en los próximos meses y pasará a ser el primer Estado que funcionará con dinero virtual. Ya lo han prohibido en tiendas de ropa, gasolineras y restaurantes. Es la fase inicial de un plan que incluye también el cese de la fabricación de la corona danesa, que el Banco Central de Dinamarca ha dejado de acuñar este mismo año.
No obstante, el caso de danés es especial: con 5,6 millones de habitantes, no puede equipararse a otras naciones como Alemania o España. Estos países son los que más emplean monedas y billetes, según los datos ofrecidos por el Banco Central Europeo (BCE). Además, los españoles siguen prefiriendo el efectivo para hacer sus compras, como una encuesta realizada por la empresa Paysafecard.
Conforme este estudio, el 80% de los pagos en España se efectúan billete en mano, sobre todo aquellos que corresponden con importes de menor cuantía. El fenómeno se debe al gran movimiento turístico y al tradicional apego a la moneda física. Las nóminas, los alquileres y las facturas de servicios como la electricidad, el gas o el agua, han dejado ya de pagarse en metálico, al contrario que las compras diarias. “Premia la comodidad, pero también la seguridad, libertad y el control del gasto”, recoge el informe de la compañía.
El mundo, ¿sería mejor sin efectivo?
«El actual formato del dinero en efectivo permite la proliferación de determinadas actividades ilegales que utilizan los billetes emitidos por el respectivo banco central como instrumento de intercambio económico y retribución», señala Manuel Lucas Durán, profesor de la Universidad de Alcalá, en un trabajo recientemente publicado por el Instituto de Estudios Fiscales.
La principal ventaja del dinero virtual es la dificultad de fraude. La mayoría de las acciones delictivas –drogas, tráfico de armas, sobornos, trata de personas y desfalco fiscal– se llevan a cabo en el ámbito de la economía sumergida, que en España representa el 18,6% del PIB, y se realizan con dinero en efectivo. Estos pagos no dejan apenas rastro, y permiten a los delincuentes almacenarlos en grandes cantidades.
Hoy en día es técnicamente posible y viable reemplazar el dinero en metálico por el modelo electrónico. Pero hay un lado oscuro. El poder adquisitivo de las personas y entidades financieras quedaría expuesto a los ciberataques. Esta misma semana, un grupo de hackers dirigió multitud de ataques contra cajeros automáticos para que expulsasen billetes de forma remota. Entre los países afectados se encontraban España, Reino Unido, Rusia, Países Bajos, Polonia y Bulgaria. Asimismo, los ciberdelincuentes pueden programar la hora exacta para retirar el dinero, lo que les permite sustraer hasta -en algunos casos- millones de dólares.
Otra de las ventajas de sacar el ‘cash’ del flujo económico sería el fácil manejo de los tipos de interés. El economista Jesús Fernández-Villaverde explica en el blog nadaesgratis que su existencia frena el poder de los bancos centrales para establecer tipos de interés negativo. De no ser así, la facilidad para generar inversión pasaría a ser más manejable y se podría alentar la actividad económica ante situaciones de recesión, como la vivida desde 2008. Es más, la medida hubiese reducido el declive de la eurozona y su impacto en términos de desempleo y pérdida de producción.
El caso de Zimbabue
En África, donde hay una escasa bancarización, también avanzan sobre la alternativa al dinero en efectivo. Por ejemplo, más de la mitad de la población en Kenia utiliza M-Pesa, una aplicación lanzada por Vodafone en 2007 que permite transferir fondos o pagar facturas desde el teléfono móvil.
Pero no todos los casos en el continente africano se dirigen hacia el progreso.
Zimbabue se ha quedado sin dinero. La república está arruinada. Y el problema se agrava con el transcurso del tiempo: el 90% de la población trabaja en la economía sumergida, donde el dinero en metálico es una la única forma de pago.
En 2009, adoptó el dólar americano para solventar los agravios que le causaba su moneda local. Sin embargo, los zimbauenses tienen que aguantar horas de largas colas o incluso hacer varias visitas al banco para retirar efectivo. En la calles no hay dinero y los cajeros automáticos han dejado de funcionar. Ante este problema, las familias han optado por conservar lo poco que les queda en sus casas y el trueque ha vuelto a utilizarse como principal vía de intercambio.
La crisis de liquidez sigue siendo tan severa que el Gobierno ha iniciado esta semana una campaña en los medios de comunicación para dar a conocer la inminente introducción de las llamadas “notas de bonos”. La aceptación social de los cheques todavía es una incógnita. El país africano se encuentra inmerso en una ola de desconfianza por la corrupción de sus políticos y el temor a que vuelvan a reinsertar la moneda local.